Maruxa y Florentina regresan a su pueblo después de visitar campos de almendros en flor, en la Norteña Región de Tras-os-Montes. Con ellas, cincuenta y nueve almas más. El autobús circula sobre el viejo puente Hintze Ribeiro que une cruzando el Duero las localidades de Entre-os-Rios y Castelo de Paiva. De pronto, espacio y tiempo se funden en un crujido sin márgenes, movimiento pendular que las llena de vértigo y silencio.  El sobresalto se expresa en un grito que parece viajar en el viento pese a estar en sus bocas. Un grito que las abisma arrastrándolas de las floridas ramas a las lúgubres y fantasmales raíces. En ese grito da comienzo el iniciático viaje de más de 300 kilómetros, los primeros por las tenebrosas aguas del río, y más tarde por el Atlántico, cielo de angelical bravura, y en él, los náufragos, estrellas de su vida, para al final quedar varadas en un arenal de Fisterra (A Coruña), na Costa da Morte, donde interrogarse para entender y poder así narrar lo ocurrido.
Maruxa e Florentina regressam à sua terra depois de visitar campos de amendoeiras em flor, na região norte de Trás-os-Montes. Junto com elas, mais cinquenta e nove almas. A camioneta circula pela velha ponte Hintze Ribeiro que liga, cruzando o Douro, as localidades de Entre-os-Rios e Castelo de Paiva. De repente, espaço e tempo são unidos num farfalhar sem margens, movimento pendular que as enche de vertigem e silêncio.  O sobressalto é expressado num grito que parece viajar no vento apesar de estar nas suas bocas. Um grito que as abisma arrastando desde as floridas ramas até as lúgubres e fantasmagóricas raízes. Nesse grito começa a iniciática viagem de mais de 300 quilómetros, os primeiros pelas tenebrosas águas do rio, e depois pelo Atlântico, céu de angelical bravura, e nele, os náufragos, estrelas da sua vida, para finalmente ficarem encalhadas num areal de Finisterra (Corunha), na Costa da Morte, onde se interrogam para entenderem e poder narrar o acontecido.