Cuando venga la ausencia” es el cuarto Poemario que publica Emilio Díaz-Pi- nés.. Parece una obra abundante la que ya ha visto la luz, pero no es exactamente así, si tenemos en cuenta que –en palabras del propio poeta– “tengo un buen número de poemas en el cajón del olvido, que nunca han visto ni verán la luz, simplemente por pudor”. Poemas escritos a lo largo de su vida, desde el albor de su adolescencia, allá en su tierra de Castilla la Mancha. Sin embargo este bagaje le ha servido para que se produzca en su pluma, un enriquecimiento progresivo de matices y expresiones, hasta conseguir, quizá, una cierta plenitud que intenta perfeccionar en sus últimas obras. Si en las primeras publicaciones, el centro de su poesía, como tantas veces ha reconocido, ha sido la nostalgia, se produce una evolución en esta “Ausencia” que gira hacia una obsesión por tomar conciencia del tiempo que se refleja en la captación de una angustiosa temporalidad.
Emilio Díaz-Pinés lucha denodadamente por orientar su espíritu hacia la búsqueda de un instante eterno, una verdad definitiva que dé refugio a su alma, pero es consciente de la dificultad de conseguirlo y se adentra con frecuencia en una contradicción que domina el lirismo que emana de su pluma.
Lo que al autor de verdad le importa, es dar nombre a las cosas, a la finitud de las cosas, de la vida, incluido su propio yo y también la de sus seres queridos y a todo lo transitorio que le rodea.
Indudablemente, es el pasado y el incierto futuro lo que gravita en la poesía contenida en este libro. Ya Schopenhauer, repetía en su obra la noción de la muerte diaria. Pues también, al menos implícitamente, en estos poemas que tenemos entre manos, se puede sostener que “toda la existencia es un constante caer del presente en el pasado muerto, un constante morir”. Así, también el pasado, actúa constante- mente en su poesía. El pasado es para nuestro poeta, el mayor éxtasis al alcance de su mano, sobre todo “porque no me fío del futuro...”, dice Díaz-Pinés.