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Se ha venido llamando “Los Hechos de los Apóstoles” a la segunda parte de la obra de Lucas, y el sentido de este escrito ha sido uno de los más discutidos del Nuevo Testamento. Hasta este mismo título, que naturalmente no es de Lucas, viene a despistar al que lo  lee cándidamente. Lucas va presentando a diversos personajes que salen, con mayor o menor dificultad, del judaísmo oficial (no es otro el valor simbólico que aquí se da a «Jerusalén») para ir a «Roma», el centro geográfico del mundo pagano (símbolo, por tanto, del paganismo). Por esa razón el título que mejor se adecua a esta segunda parte de la obra de Lucas sería “De Jerusalén a Roma”, algo en lo que pueden estar de acuerdo la mayoría de los estudiosos. Si este éxodo resultaba difícil para todos los judíos, mucho más lo fue para Pablo, de procedencia farisea, que no convivió con Jesús, y se convierte así en un símbolo del doloroso parto que significó reconocer que la llamada del Señor no se dirigía ya al pueblo elegido, sino, por medio del su resto fiel, a todos los pueblos de la tierra.

En la marcha hacia el paganismo surge una comunidad nueva que va a ser el centro de operaciones: Antioquía, con la que se encabeza una nueva sección. Se evita el nombre de primer viaje de Pablo a los episodios de lo que llamaríamos misión de Bernabé y Pablo. Es importante el conflicto entre estos dos apóstoles, que motiva, ahora sí, los siguientes viajes de Pablo. El objetivo del tercero, desaconsejado por todos, es Jerusalén, un camino de regresos, lleno de despedidas, que acaba en amenazas de muerte y prolongadas prisiones. Su apelación al César le hace por fin aterrizar en Roma, donde completa su éxodo y conversión… No cabe duda de que se trata de un hermoso y coherente escrito con pasajes inolvidables…

Concluida la obra de Lucas, termina este ensayo con el vocabulario griego empleado en ella.

03-La obra de Lucas. II de Jerusalén a Roma

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